Canal del Arte

sheonaTodo empezó con unos “garabatos telefónicos”. Signos, trazos, remolinos e imágenes más complejas que mi mano dibujaba sola mientras yo estaba hablando por teléfono. Los psicólogos lo consideran un fenómeno muy interesante: mientras nuestro hemisferio racional, el izquierdo, está absorto en una conversación, el hemisferio emocional, el derecho, aprovecha el momento para expresarse de alguna forma. Así fue como me ocurrió a mí. Me acuerdo que siempre estaba garabateando papeles y papelitos con unos símbolos caprichosos charlando con mis amigos por teléfono sin tener idea alguna sobre el funcionamiento de mis hemisferios. A veces algunos elementos de los dibujos se repetían, pero de repente surgía algo absolutamente nuevo e imprevisto. En cualquier caso todas estas “creaciones” acababan en la papelera.

Durante mis años escolares me aficioné al dibujo de verdad. Encantada hacía los deberes de esta disciplina por mi hermano. Iba a clases con un pintor profesional que me enseñaba composición, teoría de la luz, bases de pintura y dibujo. No me veía como una futura promesa, mi voz interior y mi autovaloración realista hace tiempo me decían que no llegaría a ser un segundo Van Gogh, pero me gustaban las clases y eso era suficiente para mí. Era un mundo diferente y me sentía allí como en casa.

Ha pasado mucho tiempo y un día estuve en Damanhur, en una comunidad ecologista y espiritual en el norte de Italia, conocido por sus singulares templos subterráneos. Imagínense mi sorpresa cuando, en una sala dedicada al elemento del agua, descubrí en las paredes casi todos los símbolos que he pintorreado inconcientemente toda mi vida. Alfabetos antiguos, pictogramas, figuras de geometría sacramental, imágenes asociativas… Me cubrió una ola gigante de recuerdos a la escala universal, me invadió una inmensa alegría por estar en contacto con el conocimiento oculto y darme cuanta de que formo parte de él. Centenares de «garabatos telefónicos» han pasado ante mi mirada interior y se me cortó la respiración: resulta que todo este tiempo yo no estaba dibujando Dios sabe que, no. Eran códigos que contenían información importante. ¡Cuánto quise descifrarlos! Pero al mismo tiempo me di cuenta de que a pesar de no entenderlo todo sería capaz de asimilar a nivel subconsciente un 70% de esta información y utilizarla. Recuerdo que entonces pensé que, supuestamente, eso es lo que se llama «el conocimiento directo» una comprensión espontánea de la vida no a través de la mente sino a través de las energías y las vibraciones de las cuales, en realidad, se compone todo.

sheona2A partir de aquel momento empecé a prestar más atención a mis escrituras. Aprendí a distinguir los momentos cuando ellas llamaban a mi puerta y a abrir esta puerta cada vez más. Y poco a poco mi taquigrafía se convertió en tapices tejidos a mano, un entrelazado de símbolos, signos, olas y espirales con fragmentos de algunos objetos. Por aquel entonces yo ya estaba dedicada de pleno al negocio de la galería y pasaba mucho tiempo en los talleres de diferentes artistas. La posibilidad de visitar el Santa Sanctórum de la magia de la creación siempre ha sido uno de los incentivos principales de mi trabajo. Los pintores no ocultaban sus secretos profesionales. Imprimación, trabajo con pinturas y diferentes texturas, todo eso lo aprendí de primera, y por regla general muy talentosa, mano. Con el tiempo empecé a utilizar esas técnicas en mis textos visuales: precisamente textos, no dibujos. Lo que sale de mi pincel o mi rotulador son más libros que imágenes pictóricas. Libros vivos que pueden existir sin encuadernación, plasmados en lienzos, abiertos al azar en una pagina cualquiera.

Todavía no conozco su significado exacto. Es un lenguaje no verbal dirigido a nuestro subconsciente. Y lo oye. Porque actúa a un nivel más profundo que las palabras. Tiene su propio lenguaje: símbolos, sueños, imagenes. Somos capaces de percibir solamente un 40% de toda la información que nos rodea. El resto lo percibimos por otros canales, incluyendo el canal del arte. Cualquier cuadro, escultura o performance es una expresión no verbal de la vida misma. A través del artista, si es un artista de verdad y no un oportunista, igual que el músico, bailarín o poeta, recibimos unos mensajes codificados pero perceptibles para nosotros que nos impulsan a superar nuestros límites de conocimiento de la vida y de nuestro lugar en ella. Encontramos a nosotros mismos allí dentro: desde un ángulo distinto, a una escala más grande, dentro de un torrente del crecimiento. Sabemos tanto de nosotros mismos que casi no lo recordamos en el interminable ir y venir de cada día. El objetivo del arte, desde mi punta de vista, es despertar esta memoria y ampliar nuestra capacidad.

Mi channeling visual, espero, tiene el mismo objetivo. En cualquier caso, no soy nada más que un conductor y no el iniciador de este proceso. Por eso no puedo decir que las obras sean mías. Si no estoy en contacto con algún cuadro uno o dos meses, pierdo la sensación de tener con él cualquier relación. A veces me pregunto, – ¿Como pasó? – No es de mi mano, no es mi escritura. No soy capaz de repetirlo: todos estos símbolos, cuencos, cifras, espirales que confluyen en unas imágenes vivas y orgánicas en una geometría rítmica de los señales sutiles. Aparecen en el lienzo como un revelado de fotografías tomadas por algún principio racional, cargadas de energía benévola.

SheonaHay cuadros que se crean en un instante, cuando todos los pensamientos desaparecen de repente mientras los signos, letras y líneas entrelazadas precipitan sobre el papel como la lluvia de agosto. Otros se gestan durante meses acumulando nuevos impulsos y correcciones. Si alguna información deja de ser actual se le puede pintar otra capa encima, sabiendo que está allí abajo, invisible para los ojos, pero sigue funcionando.

Llegó el momento en que mis libros-fotos-dibujos han empezado a gustar. La gente se interesó por ellos, empezó comprarlos y hacer encargos. Me dí cuenta de que, trabajando por encargo, yo puedo sintonizar con las vibraciones de una persona concreta y crear una obra personalizada, destinada a esta persona y a nadie más. Viendo después este cuadro la persona a menudo se enamoraba de él mientras que a la gente a su alrededor ese cuadro no les decía nada o, incluso, les irritaba. Pero para la persona en concreto este cuadro era Ohhh! Como un sueño de algo grande, como la percepción de lo imperceptible, la comprensión de lo inexplicable. Y un sosiego exquisito, como una fina niebla sobre el río que lleva sus aguas de la inmensidad a la eternidad… Así, por lo menos, lo expresaban aquellas personas a las que mis cuadros les han dado «en el blanco». Y me siento muy feliz de serles útil.

El año pasado en Moscú tuvo lugar mi primera exposición personal «Oráculos de madera» donde intenté reflexionar sobre la nuestra capacidad de contactar con la inteligencia biológica del planeta a través de los árboles, unos sistemas vivos de comunicación y oráculos capaces de mostrar la interrelación de todos los seres vivos. El árbol es un símbolo universal de la creación y parte importante de mi vida. Por eso la elección del tema fue intencionadamente simbólica. Y ahora, un año más tarde, estoy preparando una nueva exposición en Barcelona que tendrá lugar a finales de mayo. En mi vida, igual que en la vida de todo el planeta, soplan vientos nuevos que nos traen sobre sus alas nuevas formulas visuales. Yo siento en ello algo de alquimia, un salto cualitativo, transición a otro nivel, hacía la colaboración creativa entre personas, con el mundo, con el Universo. ¿Qué puede ser más satisfactorio que participar en este proceso? Todo en este mundo es luz e información ordenados en corrientes, torbellinos y espirales y yo solamente soy uno de los pequeños conductos de esta caótica armonía del Universo. Espero que la corriente de inteligencia que pasa a través de él lleve un pequeño pero constructivo impulso.

Sheona (Elaya)